sábado, 14 de mayo de 2011

He aprendido que para ver el arco-iris primero tienes que ver llover...

Él pasaba la vida en hoteles de una noche, ella lo perdió todo en el asiento trasero de un coche.  
Y el siempre dijo que tenía una historia que contar, ella no tenía nada y aquel día decidió escuchar.  
 
Él se asomaba al escote de la soledad, en el mismo bar donde ella convertia sus sueños en humo.

Y él siempre dijo que debió de quedar algo donde algo hubo, y así abandonaba el paraíso de un placer artificial.  
 
Él se acercó preguntándole su nombre, ella pensó para sí: se amable, pero hoy no hay ganas de hombres.  
Y el insistió: tengo una casa y una cama vacía, y ella contestó: así esta mi corazón.  
 
Ella dijo que cada historia tiene su final, y he aprendido a no volver la vista atrás.  
Él le dijo no te asustes si hoy no quiero amar,  si esta noche solo quiero despertar contigo y nada más. 
 
La noche entraba para iluminar el cuarto, ella se desnudaba ayudada de otras manos.  
El beso, el oscuro pozo que dibujaban sus labios, ella recorrió el espacio vacío que dejaban sus brazos.  
 
Él intentó memorizar todo su cuerpo para poder disponer de aquel placer en cualquier otro momento.  
Ella intentó darle un sentido a todo aquello, él mintió piadoso y necesitado: claro que te quiero.  
 
Ella despertó desnuda y sola encima del colchón tratando de recordarle sin una mente en los muslos.  
Él quizá estaria preguntandole su nombre a otra mujer, e
lla se vistió tranquila y salió de aquel hotel.  
   







Ver para creer, sufrir para aprender.
Bonito lema, sólo tengo una cosa que decir: el ser humano es el único animal que tropieza 2 veces con la misma piedra, pero yo, que soy especial, tropiezo tres...