
Te puedes pasar horas frente al papel de una carta, frente a la pantalla de un ordenador o frente a la de un móvil, intentando escribir la frase más bonita, las palabras más hermosas que le hagan a otra persona emocionarse, sin saber, que esa frase y esas palabras que tanto deseas decir, te salen en el momento más inesperado, sin pensarlo.
Quizá pensemos demasiado en lo que no debamos, tanto en el qué dirán como en el qué pensará. Esto nos limita a expresarnos, a no decirle a alguien lo que de verdad sentimos y hasta a veces hacerlo pasar mal. Pero cuando encuentras esas palabras, cuando encuentras esa sonrisa, esa cara de felicidad de la otra persona al escucharlo, es un sentimiento tan grande que es imposible expresar con palabras, y es cuando entonces te sientes bien, cuando piensas "esta vez sí" después de esos malos momentos unidos a malas palabras, por fin, has hecho feliz.
Todo esto se resume en tener miedo a los demás, al mundo en general, deberíamos liberarnos de ese miedo y salir adelante con los ojos ciegos y los oídos sordos, pasando de todo y de todos, hay que ser felices y para alcanzar la felicidad como bien decía Epicuro: "hay que prescindir de lo que nos obstaculiza en nuestro camino para la felicidad".